Erosión
interior.
Antiguos
asideros
en el
muro
que nos
llevaba
hacia
la luz
hacia
el aire fresco.
Esfuerzo
por subir
por
agarraderos
metálicos
antes
de terciopelo
después
poblados
de
espinas,
con llagas
sangrantes
sangrantes
en los
dedos.
Ahora
sólo queda
la
cordialidad,
sin
rastro
de las
miradas
cómplices.
Ahora
sólo queda
la
tranquilidad
después
de luchar
contra
el vendaval.
Sólo
queda
el
respeto,
tras la
erosión
en la
noche
de la
ruptura
de la
amistad.
RAAFA
DELAGUETTO